
Es una película patética que ayer fue emitida -después de ser subvencionada- por Antena 3 TV. He de reconocer que no presté mucha atención a esta película mientras estaba en las salas, pero ayer me decidí a verla por eso de la gratuidad (bueno, tratándose de cine español, lo de la gratuidad es un decir). Como soy un apasionado de
lo kirstch, me cautivó el variado elenco de actores españoles de todos los tiempos, entre los que se encontraban grandes cómicos (José Luis López Vázquez, Concha Velasco, Andrés Pajares o Alfredo Landa), titiriteros consolidados (Resines, Neus Asensi, Santiago Segura) y otros más surrealistas, como Chiquito de la Calzada o "el Pulga" del Dúo Sacapuntas. No sabía qué podría ofrecerme una mezcla tan variada como explosiva.
En fin. Nunca un plantel tan numeroso y esperanzador dio como resultado un bodrio tan soso y tan poco original. Supongo que todo se debe a que el autor del guión es Jesús Bonilla, a su vez protagonista del filme. Este tal Bonilla, además de ser un rojo de pueblo bastante poco ilustrado, se define a sí mismo con lo que supongo que habrá sido su obra maestra, en la que ha podido elegir para sí mismo el papel que siempre hubiera soñado. Como no podía ser de otro modo, interpreta un personaje ramplón, paleto y machista, incapaz de producir una sola carcajada, sino más bien algo de vergüenza ajena. La torpe sucesión de sketchs no logra dar ritmo a la película, que resulta lenta y aburrida, con un humor basado en tópicos repetitivos más propios de otras épocas. Entre otros, convierte a Pajares en director de un hospital, que tras sufrir un espasmo ha de ser curado de urgencia con una enfermera que le enchufa una teta en la boca para reanimarle. En fin, si esto no se ha visto en los últimos 30 años....
Si a pesar de lo que cuento todavía sigues con la intención de ver esta película, querido amigo, no sigas leyendo (...y corre a buscar ayuda psicológica, añado). No me resisto a contar el final, porque no tiene desperdicio. Esta panda de rojos de tasca de pueblo han perdido una oportunidad
de oro para fantasear sobre el paradero del oro español que las izquierdas entregaron a la Rusia comunista. En vez de basarse mínimamente en la historia, parten de que el oro nunca salió de España, para descubrir, tras una intensa búsqueda, que ha sido, cómo no... ¡¡¡Franco!!! el que ha dilapidado esta fortuna.
Indescriptible.